miércoles, 18 de marzo de 2015

Los Vegetales de Freud


Para la mayoría de los profesionales no hay mejor motivo de celebración que obtener un logro en su trabajo. En algunos casos se puede tratar de un ascenso o promoción; en otros, la culminación de un proyecto es la justificación ideal para tener una reunión con los amigos, cenar juntos y beber unas cuantas copas.

Tras observar un abrumador progreso de 5 casos complejos, gracias a la aplicación de ciertas terapias -hasta el momento controvertidas-, el doctor decidió darse un merecido premio.

A primera hora de la mañana se comunicó con su secretaria, y le pidió que cancelara todas sus citas, porque se tomaría el día. Por primera vez, en los últimos 10 años, dejó aflorar cualquier trauma en la fase anal, permitiéndose experimentar el placer del egoísta.

El día, estaba particularmente despejado, por lo que decidió caminar hasta la Tienda de Otto: una suerte de bodega de carnes, vegetales y licores que quedaba a pocas cuadras de su residencia.

-¡Buen día Otto!...
-¡Buen día "Herr Doktor"!...-Contestó el carnicero y dueño de la tienda tras el frigorífico de carnes.
-Creo que tendremos un clima ideal el día de hoy ¿No lo cree?
-Eso parece, pero no me fío de las mañanas claras... Cuando menos lo esperas llegan las nubes y empieza a llover.
-Es una posibilidad, indudablemente, pero no creo que el día de hoy pase tal cosa.
-¡Me sorprende su optimismo Herr Doktor!, poco habitual en usted.
-A veces tenemos que dejarnos llevar por el momento, mi estimado Otto... ¡A veces!...

El carnicero pensó que se trataba de un momento de desvarío de genio, ya que en los 20 años en los que cruzó palabra con el neurólogo, éste sólo se limitaba a dictar su pedido para finalizar con marcial: "Por favor, que el chico me lo lleve a casa después de las 20 horas". 

-Si usted lo dice... -alcanzó a decir Otto encogiéndose de hombros- ¿Qué llevará hoy? ¿Lo Habitual?...

-No amigo, hoy es un día muy especial y quiero variar un poco.
-¡Como usted lo desee Herr Doktor!, deje su pedido por escrito y se lo haré llevar ¿quiere que llegue a las 20 horas?...
-¡La vida es muy corta!- pensó- ¿Te importaría que recorra el local?...
-¡Como guste! está en su casa Herr Doktor.

Comenzó revisando los estantes de vegetales. Habían tomates rojos y grandes, berenjenas brillantes y cebollas frescas, algunas ovalas y otras perfectamente redondas. Se antojó de sopa de cebollas en ese momento, tomó una redonda y gorda, y otra más bien alargada. ¿Cual sería la mejor opción para pareparar el platillo en cuestión?, entonces se dirigió a Otto que seguía fileteando una pieza de res.

-¡Otto!... ¿Está usted casado?...
-Si, Her Doktor...
-¿Y hace cuantos años contrajo nupcias?...
-Conocí a Margarita cuando tenía 17 años, yo tenía 20 en ese momento- dijo el carnicero tratando de recordar- cuando cumplí los 22 pedí su mano, y nos casamos a los pocos meses. Ahora tengo 42, lo que quiere decir que debemos tener 20 años de matrimonio...
-¿Y qué le atrajo de ella cuando la conoció?...
-¡Era la mujer más hermosa!... Piel blanca como la leche, cabellos rizados... Y unos pechos que le se antojarían usar como almohada noche tras noche...
-Interesante... Ahora deme su opinión respecto a otro asunto: ¿Cual cree usted que sea mejor para prepara una sopa de cebollas? ¿La grande y redonda o la fina y delgada?...
-¡Indudablemente la Grande y Gorda!- dijo con total seguridad Otto, culminando con un suspiro anhelante...
-La Grande será...

El carnicero siguió en su faena, mientras el doctor seguía recorriendo la tienda.

¡Calabacines! ¡Madre mía!... Hace mucho tiempo que no los como, y son muy ricos con sal y pimienta. 

Los había grandes y gruesos, otros más bien pequeños y delgados. tomó uno de cada tipo y volvió al mostrador de carnes...

-¡Otto!, ¿Qué piensa usted del adulterio?... 
-¿A qué se refiere Herr Doktor?...
-Sólo estaba pensando que con 20 años de matrimonio, los temas de alcoba deben haber mermado, cuestión muy normal al mermar la pasión... ¿Ha pensado usted en serle infiel a su esposa?...
-No puedo negar que me encantaría pasar una noche con Rebeca, la hija del joyero Matzel, ¿La ha Visto?... 
-¡Amigo!, veo a mucha gente a diario, y a duras penas recuerdo las caras de mis pacientes... ¿Cuénteme cómo es esa tal Rebecca?...
-¡Simplemente Suculenta!... Una piel tersa, cabello oscuro, labios carnosos, ojos pardos con una mirada penetrante, y unos pechos de delirio... Si tuviera la oportunidad me abalanzaría sobre ella, le arrancaría las ropas y le haría el amor como una bestia. A veces se me queda mirando cuando viene a comprar los víveres para su madre. Y en sus ojos sólo veo las palabras ¡Tómame! ¡Tómame ahora!...  
-¿Y por qué no lo ha hecho? ¿que lo detiene?...
-¡No puedo Herr Doktor!... Si margarita se enterara me dejaría para siempre, y eso no lo soportaría...
-Entiendo... Ahora contésteme algo, quiero comer un calabacín y no decido cual llevar, ¿Pudiera usted ayudarme a escoger?
-El que tiene en la mano derecha está más fresco Her Doktor...
-Entonces el pequeño y delgado será...

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